Miercoles 6 de Febrero del 2013 |

La eficiencia gubernamental:
hacer más, de manera diferente

Enrique Peña Nieto (EPN) ha manifestado la necesidad de emprender un programa de austeridad del gasto público, al tiempo de que Luis Videgaray ha indicado que no se incrementarán los impuestos el año próximo.

Hacer más con menos
Hacer más con menos
8-14 / Diciembre / 2012

Tales posicionamientos se han dado en el contexto de explícitos compromisos presidenciales y bajo la suscripción del Pacto por México que entrañan mayores recursos públicos, como lo han hecho saber diversas organizaciones empresariales. Por lo que las pretensiones de políticas públicas sólo pueden ser solventadas si y sólo si se logra una mayor eficiencia gubernamental, que posibilite eficaz y efectivamente lograr los compromisos enunciados y pactados.

Tal eficiencia, bajo toda lógica, debería ser comandada por el gobierno federal, para que permee a los otros órdenes de gobierno y a los otros poderes de la unión. Sólo con la ejecución de acciones concretas, el gobierno federal puede desatar un proceso nacional hacia la eficiencia, por ser en las finanzas federales en donde radican casi la totalidad de los ingresos públicos que solventan el gasto gubernamental nacional. Sólo el gobierno federal puede darle sustancia operativa y de concreción a los compromisos que EPN asumió en su toma de posesión. Por ello, indiscutiblemente que la sociedad mexicana aplaudiría y apoyaría una mayor eficiencia para el logro de los compromisos presidenciales y del Pacto por México; mismos que después de haber recibido una gran acogida a nivel internacional, han sido positivamente reconocidos en el ámbito nacional.

En el Pacto por México implícitamente queda manifiesto su fin último por crear una mayor eficiencia de México en casi todos los órdenes de la vida nacional; eficiencia que debe significar menores costos económicos y sociales para todos los actores productivos y sociales. Llámense éstos sector privado, sector social, sector público, o identifíqueseles con los consumidores, productores, intermediarios, o se refieran a la gran, mediana, pequeña y microempresa. Tales reducciones de costos, indubitablemente, deberían repercutir en menores precios, a los consumidores finales o intermedios. Por ello, explícitamente se habla en el Pacto por México de mercados competitivos, para lograr resultados económicos positivos, para contravenir los resultados adversos que la actual estructura productiva monopolística nacional ha generado, bajo el supuesto de darle sustancia a la libre competencia.

Sorprendentemente, en el Pacto, de casi 34 cuartillas, se hace escasa referencia explícita a la eficiencia del gobierno federal, especialmente en lo relativo al presupuesto público. Así, además de la llamada eficiencia recaudatoria y del gasto público, se hace alusión a la eficiencia en la educación y Pemex; sin duda dos de los problemas más sentidos y vistos en el desperdicio de recursos del gobierno federal. Pero en la medida que se busca la eficiencia en el gasto público y se habla de un programa de austeridad en el presupuesto 2013, la búsqueda y las medidas gubernamentales para la eficiencia deberán patentemente bañar a casi toda, por no decir toda, la administración federal.

La eficiencia se ha identificado por la sabiduría popular llanamente como "hacer más, con lo mismo" o "hacer más con menos". El "hacer más" implica mejores resultados. El hacerlo "con lo mismo" o con menos", indica medios, insumos, materias primas, etc. Equiparada así la eficiencia, pareciera que es muy sencillo alcanzarla y, por lo tanto, las decisiones gubernamentales para su acometida parecieran obvias, y simples. Por ello tal consideración podría llevar a reducir los gastos sin ton, ni son, ya sea por simple decreto, medidas administrativas, o decisiones generalizadas. En éste caso no habría, en general, cambio en la forma prevaleciente de la operación, y en la provisión y administración de bienes y servicios públicos así como en el uso de los recursos gubernamentales.

Esto último fue lo que hizo el gobierno federal a partir de 1982 en pos de una supuesta eficiencia y austeridad. De esta forma, se llegó a los extremos de hacer ajustes del gasto a raja tabla, sin considerar la importancia relativa de la provisión de ciertos servicios. Los ajustes porcentuales presupuestales a la baja significaron situaciones absurdas. Por ejemplo, se tenía contratadas secretarias sin que se contara con máquinas de escribir o fotocopiadoras sin tener papel para su uso. Más dramáticamente, se cancelaban a última hora servicios de salud previamente programados, como operaciones, por no contar con material quirúrgico, salas de operaciones disponibles, anestesia o anestesistas. Para posible sorpresa de la administración saliente, en ciertos estados hoy éste ultimo tipo de experiencias son una realidad.

También, colateralmente, en la búsqueda de la eficiencia presupuestal se remataron bienes públicos estratégicos que volvieron multimillonarios a sus nuevos dueños, cuyos precios de los servicios han acabado por esquilmar a los consumidores, ante la complacencia del gobierno federal. En otros casos, como el de los puertos, se crearon figuras mercantiles legalmente ambiguas, con las que se trasfirieron infraestructura y activos públicos en condiciones opacas y beneficio manifiesto del interés privado. Finalmente, las concesiones públicas, como las de radio, televisión y telefonía, han terminado siendo simplemente negocios privados, sin la menor atención del interés general, que debería ser su fin último. Buena parte del carácter monopólico del sistema económico nacional emergió bajo este proceso retorcido en la búsqueda de la eficiencia.

Desde el punto de vista convencional de los economistas, la eficiencia va más allá de producir o lograr más con iguales o menos insumos. La eficiencia está distante, obviamente, del trasferir solo activos públicos a manos privadas, en un afán de reducir el gasto público. La eficiencia encarna intrínsecamente un cambio real en la forma en que se combinan los factores de la producción para el logro mayor del volumen de bienes y servicios generados. Esto se ha identificado, en la jerga microeconómica, como un cambio tecnológico. Dicho de otra manera, la "tecnología" sería la forma en que se combinan los factores de la producción para generar un bien o un servicio. Como se combina la mano de obra, la tierra, el capital y la administración definen, así, económicamente a la tecnología.

Por esto, simplemente reducir cuantitativamente los factores de la producción no necesariamente permite producir más con lo mismo o lo mismo con menos. Si todos los factores se reducen en la misma proporción, se mantendría inalterable la tecnología. En el caso más lógico, la reducción injustificada de un factor o más puede terminar por forjar un colapso en la generación de los bienes o los servicios. Por lo que buscar la eficiencia implica lógicamente hacer o producir más de manera diferente. Es decir, la búsqueda de eficiencia significa hacer un cambio tecnológico en la manera en que se combinan y usan los factores e insumos, para proveer más y mejores bienes o servicios.

Tal pretensión para el logro de una mayor eficiencia puede sonar a rocket science (ciencia de cohetes), pero esencialmente puede comenzarse por usar más intensivamente los recursos con los que ya se cuentan. En toda lógica, ello implica saber cómo se están usando los recursos disponibles, para saber si son utilizados productiva o improductivamente. En ese sentido es la instrucción de EPN para que el INEGI haga un censo de escuelas, alumnos y maestros del sistema educativo nacional, para saber con lo que se cuenta y en qué condiciones de servicio y uso estan. Así, se estima que existen alrededor de 13 mil maestros comisionados al sindicato. Indudablemente, la propuesta del Presidente va más allá de la simple recopilación de datos, al ir en el sentido de que la carrera magisterial se profesionalice, se realice por mérito y regrese al ámbito de gobierno del estado mexicano y deje de ser gobernada por el SNTE.

Otro claro ejemplo de la búsqueda de una mayor eficiencia es la posibilidad de un mejor y mayor uso de la infraestructura con la que se cuenta. En el caso de las escuelas, su infraestructura permanece ociosa generalmente en las tardes y los fines de semana, en un país en el que 32 millones de personas de quince años y más no cuentan con la educación básica completa: primaria y secundaria. Esta situación resulta más irracional en el medio rural y semi-urbano, en los que los espacios educativos ociosos podrían ser usados para el desarrollo comunitario y la capacitación. En el medio urbano, lo mismo acontece en el caso de talleres, laboratorios y anexos, que podrían ser usados para los oficios y las artes.

Como un caso ejemplificante más, es posible decir que la infraestructura y el equipamiento de los hospitales tienen "contrato colectivo de trabajo". Dado que nada más se utilizan en horas "normales", manteniéndose más del 50% del tiempo diario sin utilizar. Abrir al servicio los hospitales públicos durante el fin de semana, es decir dos días más a la jornada semanal, significaría incrementar la capacidad de operación física de un centro hospitalario en un 40%. Sin duda, esto resulta más racional y eficiente que seguir con la obsesión de inaugurar más hospitales sin terminarlos adecuadamente o a medio equipar. En el mismo sentido, invertir en mantenimiento y reparación es más lógico y económico que en hacer nuevas carreteras, puentes, e infraestructura en general.

Un caso de desperdicio emblemático en el uso de las nuevas tecnologías lo constituye el Sistema Edusat, por el que se transmite la Telesecundaria. Este sistema satelital hace que México sea el país con mayor capacidad de transmisión educativa y cultural continental. El Sistema tiene al menos una capacidad de transmisión de 18 canales de televisión desde Canadá hasta la Patagonia, por lo que actualmente la Telesecundaria se puede ver y usar en Nueva York y Centro América. El sector salud no escapa a esta situación, ya que la llamada telemedicina no se utiliza, a pesar de que todos los sistemas de salud pública, ISSSTE, IMSS y los hospitales de la SS y de los estados, cuentan con la infraestructura y el equipamiento necesario para proporcionar servicios médicos a distancia.

Comprensiblemente, usar la capacidad física ociosa obligaría a contar con más recursos humanos, pero tal incremento sería presupuestal y proporcionalmente marginal, por que los costos fijos, ya cubiertos, serían de mayor peso que los costos variables relativos al personal adicional. Además, los recursos humanos adicionales podrían ser contratados o incorporados al trabajo en otras condiciones a las convenidas con los sindicatos correspondientes. Por otra parte, tal conducta permitiría incrementar la capacidad de servicio y atención a costos marginales, en beneficio de toda la población.

En el umbral de una nueva economía, el sector público puede, ser factor de ahorro de energía, reciclaje de materiales, entre otros logros. El gasto promedio en alumbrado público de los municipios es el segundo concepto más importante, después de los servicios personales o de nómina. Descontados éstos, el alumbrado público captura el 70% del restante presupuesto municipal. Las acciones de eficiencia de esta naturaleza servirían de apoyo a la apertura de nuevas líneas de producción y de servicios privados, mismos que no acaban de desarrollarse en México, aunque hay ejemplos claros de los efectos positivos en la materia en varios municipios del país.

Ha dicho EPN que hay que mover lo que se tenga que mover para cambiar al país. Sin duda, tal expresión es válida. Pero más valdría primero conocer cómo se están usando los recursos públicos para optimizar su uso, antes de seguir actuando de manera inercial. A guisa de ejemplo, el gasto en comunicación social del aparato federal significa varias veces lo destinado a apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas. En cada uno de los estados hay del orden de 45-50 delegados del gobierno federal, lo que manifiesta una clara obesa burocracia.

En el mismo sentido, es posible que la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Secretaría de Salud (SS) cuenten hoy con más personal en oficinas centrales del que tenían antes de la "federalización" de sus servicios. Hay que recordar que la burocracia es muy sabia, siempre busca reproducirse así misma. Las redundancias burocráticas no sólo llevan al desperdicio de recursos públicos, son caldo de cultivo para la corrupción, el abuso sobre la ciudadanía y la ineficiencia nacional.

No cambiar es más fácil que cambiar. Todo cambio genera cambios y sólo se pueden lograr cambios positivos pensando y actuando de manera diferente. Ese es el reto para hacer valederamente eficiente cualquier organización, especialmente si es gubernamental.

Por: Dr. Antonio Reyes
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