En materia laboral, el saldo de este sexenio, más allá de la reciente reforma laboral, sobre la que ya se ha hablado mucho, es francamente desalentador. Podríamos mencionar, entre otros aspectos, que uno de cada tres trabajadores remunerados percibe como ingreso hasta dos salarios mínimos, poco menos de la mitad no tiene acceso a las instituciones de salud y cuatro de cada 10 laboran sin ningún tipo de prestación laboral, esto de acuerdo al panorama del mercado de trabajo mostrado por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). De acuerdo al INEGI, al cierre de 2011 la economía informal daba empleo a 13.9 millones de personas, 22.5% más que al cierre del 2006 (11.4millones); aunado a ello, de acuerdo a un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM), de la Facultad de Economía de la UNAM, al cierre de 2011 el número real de desempleados en México era de 8.7 millones de personas, y no 2.4 millones como el INEGI reporta.
En el sexenio calderonista la recuperación del empleo quedó en promesas sin cumplir, situación que propició un feroz y agresivo ejercicio de las intermediarias laborales conocidas como outsourcing. Ante la falta de ofertas de empleos formales, muchos trabajadores mexicanos se contrataron bajo este esquema a pesar de no contar con la misma seguridad jurídica que en los trabajos tradicionales,quedando desprotegidos ante la ley, sin derechos ni prestaciones laborales. Como si esto fuera poco, éstas empresas, en su mayoría piratas, provocan una evasión fiscal asombrosa (principalmente del ISR); de acuerdo al SAT y el IMSS, el monto de evasión por el no entero de las retenciones de salarios a los trabajadores se estima en aproximadamente 3,800 millones de pesos, mientras que el monto de las cuotas de seguridad social asciende a 1,200 millones de pesos.
Hoy, en el país que nos deja Calderón, hay 5.4 millones de analfabetas. De éstos, más de medio millón son jóvenes de entre 15 y 29 años; 10 millones de mexicanos no tienen completa la primaria y 16 millones y medio no concluyeron la secundaria.
De acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en México el 58% de los jóvenes de entre 25 y 34 años de edad abandonaron sus estudios antes de completar el bachillerato, ocupando de esta manera el primer lugar en deserción entre los 34 países miembros.
En lo que respecta a la formación superior, son miles los jóvenes que anualmente son rechazados por alguna de las universidades públicas del país. De 62 mil 682 estudiantes aspirantes a cursar una licenciatura en la UNAM, sólo obtuvieron un lugar 6 mil 500 (10.4%).
De acuerdo a las cifras sobre la medición de la pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), la pobreza multidimensional en México pasó, entre el año 2008 y 2010, del 44.5 al 46.2%. Lo que significó el aumento de 3.2 millones de nuevos pobres. Asimismo, la proporción de personas con un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo creció en 3.5 millones, pasando de un 16.7 a 19.4%.
La población en situación de pobreza alimentaria, que en 2006 representaba un 13.8%, equivalente a 14.7 millones de mexicanos, aumentó en 2010 a 18.8%, arrojando la cantidad de 21.2 millones de habitantes. Esto es, uno de cada cinco mexicanos padece hambre.
En nuestro país, ese en el que nosotros nos quedamos, hay hambre, pobreza e inseguridad. Pero también hay mucha riqueza, y para ellos, una vez más, este fue un gran sexenio.
A calderón ya le tocan las golondrinas, y hasta corridos se echa, entre eufórico y nostálgico.
Pero se olvida del tema más espinoso, esos 100 mil muertos que este sexenio deja, según un estudio de México Evalúa. Durante esta administración murieron asesinados más seres humanos que en el conflicto de los Balcanes. Y así se podrían hacer otras ominosas comparaciones, denotando la gravedad que esto significa en términos de consistencia del tejido social.
Y es que esto no es un adiós Calderón, es un hasta luego. Nos vemos en La Haya.
*Información recopilada y proporcionada por Miguel Cázares. Un abrazo a él.