Los avances tecnológicos han detonado no sólo transformaciones en la vida cotidiana de los consumidores, sino también cambios importantes dentro de la economía, al constituir mercados ferozmente competidos a nivel mundial, con un enorme potencial de ganancias, con jugadores bien establecidos.
Uno de los pioneros en la industria electrónica es sin duda Sony Corp, que alguna vez fuera el gigante indiscutible de la industria electrónica, al ser una marca que, más que adaptarse a las tendencias, las imponía. El nombre y la marca, cuyo logo minimalista era un ubicuo emblema, representaba no solamente productos electrónicos, sino también ideas de innovación combinados con hábitos de consumo.
Productos que son referencia en la electrónica, como el reproductor portátil de cassettes (Walkman), el disco compacto, los diskettes de 3.5 pulgadas hasta los discos Blu-Ray, entre muchos otros, fueron desarrollados por la compañía japonesa, ya sea de manera individual o en conjunto con otras firmas. No obstante, los tiempos en los que Sony era sinónimo de innovación tecnológica parecen haber quedado atrás.
Para este año, el fabricante electrónico japonés dio a conocer que para el cierre de su año fiscal, que concluyó e 31 de marzo, reportaba pérdidas por 6,4 mil millones de dólares, y posteriormente anunciaba, además de la venta de diversos activos, el despido de 10 mil empleados.
Aunque las cifras para este año son contundentes, el declive de Sony comenzó a dar señales de alerta cuando comenzaba el meteórico ascenso de Apple, compañía que en los ochenta y noventa ostentara un bajo perfil en el mundo de los productos de consumo electrónicos, pero que en la primera década del siglo XXI se posicionara como líder de los reproductores personales de música con su iPod, lo que representó una importante revolución en los dispositivos de este segmento.
Sin embargo, y pese a que en las dos últimas décadas del siglo pasado, Sony había prácticamente creado y dominado este mercado con equipos como su Walkman y su Discman, el éxito del iPod fue devastador para la firma, tal que hasta ahora una recuperación dentro de dicho mercado, fuera del uso de la marca Walkman en teléfonos móviles, parece casi imposible.
Asimismo, la firma japonesa se enfrenta a Samsung, un rival que, al igual que Apple, ha ido creciendo con los años tras décadas en las que no figuraba de manera preponderante como lo hace ahora. La compañía surcoreana ha logrado posicionarse en mercados en los que antes Sony era líder, como es el caso de las televisiones.
Además de Samsung, otras firmas como LG o HTC, prácticamente le han arrebatado su participación en otros mercados, como el de los teléfonos móviles.
Por su parte, Panasonic tuvo un importante auge en los años ochenta y noventa, aunque uno de sus mayores logros se debe a que desde su fundación, en 1918, ha logrado mantenerse en el mercado de los electrónicos de consumo como una marca importante de productos como equipos de audio y televisiones, entre otros.
En este contexto, la pregunta obvia es, ¿por qué los que alguna vez fueron gigantes invencibles, hoy en día siguen una inevitable tendencia a la baja? Sobre esto, analistas argumentan que el éxito de compañías como Sony, Panasonic, Hitachi y Toshiba se debió a que, además de diseñar sus productos, su destacable manufactura se realizaba en Japón.
No obstante, esta actividad se basa en el principio japonés de "Monozukuri", que literalmente significa "hacer o crear cosas", pero que engloba el espíritu de buscar la excelencia en la fabricación de productos.
Esta noción parece haber sido rebasada al menos en el sector de los productos de consumo electrónicos, por el hecho de que en otros lugares del mundo como China, Taiwán y Corea del Sur, la misma actividad se realiza a un menor costo, factor que firmas como Apple y Samsung han aprovechado.
Otro factor determinante fue que la producción de electrónicos en Japón se enfocó principalmente en el hardware, haciendo a un lado el software, esto contrario a la estrategia de la compañía de la manzana, que vendió sus dispositivos no sólo con innovaciones en el equipo físico, sino también en su sistema operativo.
Por su parte, Sony atravesó también por un proceso de ampliación que incluyó la ampliación de su rubro de entretenimiento, con la compra de un estudio cinematográfico y de un sello discográfico, hasta su entrada a los videojuegos, uno de sus actuales pilares económicos. Pero esta ampliación llevó a una enorme falta de metas en común lo que llevó a un "hinchazón corporativo" que costaba más de lo que redituaba.
El ejemplo más contundente de esto fue la incapacidad que la firma tuvo para desarrollar un reproductor de música para mp3, un formato que se vislumbraba como la siguiente generación en tecnología de medios. Este proyecto, no obstante, nunca logró concretarse debido a que los diferentes departamentos involucrados no se reunieron para determinar metas individuales.
Una corporación que alguna vez había sido emblema de innovación, gracias a su capacidad de enfoque en productos específicos, terminó por convertirse en un maraña burocrática.
Las similitudes entre el pasado de Sony y el presente de Apple, el actual líder en el mercado de productos de consumo electrónicos, son notorias. En términos prácticos, Sony fue el Apple de su tiempo en términos de dispositivos innovadores que se vendían solamente por tener el logo de la compañía marcado en ellos.
De este contexto histórico, las compañías como Apple y Samsung deben aprender una lección sobre los errores en los que Sony incurrió y que, eventualmente, llevaron a su lento pero seguro desplome. Específicamente, cómo la firma japonesa confió en que su lugar en la cima del mercado de productos electrónicos duraría indefinidamente, basado solamente en la lealtad del público a la marca.
Los líderes actuales de este segmento deben estar atentos a las futuras tendencias y crear productos que continúen con los principios de innovación y de calidad, y no simplemente esperar a que el consumidor adquiera uno de sus dispositivos por la marca misma, de lo contrario, otras empresas que se consideran vencidas podrían súbitamente reinventarse y lanzar un producto que las catapulte a la cúspide.
Los mercados se transforman, y con ellos deben avanzar también las compañías que se encuentran a la vanguardia si es que pretenden permanecer ahí. Esto fue lo que le pasó a Sony. Puede pasarle a cualquier otra marca.