La primera década del siglo XXI fue testigo del nacimiento y meteórico crecimiento de las redes sociales. En un principio, su utilización se orientaba a segmentos específicos, en tanto que en la actualidad se posicionan como herramientas de comunicación inmediata entre personas, instituciones y compañías, e incluso un requerimiento comercial y de marketing para empresas y marcas.
Esta tendencia ha, sin duda, consolidado a estos sitios de internet como negocios especialmente lucrativos, lo que los ha impulsado a participar en operaciones bursátiles a través de Ofertas Públicas Iniciales (OPI).
Por supuesto, muchos inversionistas fueron seducidos por estos nuevos negocios, aunque muchos otros, además de analistas, guardaron mesura frente a la emoción al considerar los poco esperanzadores antecedentes de los deslices entre el mercado bursátil y los negocios tecnológicos, especialmente los de internet.
El recuerdo más claro, que varios analistas identificaron como un "deja vu" en el momento en que Facebook anunciaba con bombo y platillo su ingreso a la Bolsa de Valores de Nueva York, fue el de la trágicamente célebre Burbuja "Dot-com" o "punto com", ocurrida a fines de la década de los noventa.
En el periodo entre 1997 y 2000, las acciones de las compañías relacionadas a internet vieron un vertiginoso ascenso en el precio de sus acciones, lo que generó que, a grandes rasgos, cualquier compañía que tuviera una "e-" al inicio de su nombre o un ".com" al final, registraría un rápido crecimiento en el valor de sus acciones.
La confianza de los inversionistas de que estas compañías reportarían ganancias, especulaciones en los mercados y una amplia disponibilidad de capital de riesgo, entre otros factores, propiciaron que esta burbuja se inflara y, para inicios de 2000, reventara contundentemente.
El resultado fue una brutal pérdida en el mercado de aproximadamente 5 billones de dólares, y llevó a la desaparición y, en el mejor de los casos, la adquisición de estas firmas, con las particulares excepciones de sitios como Google, Amazon o eBay. Y todo comenzó por una moda.
Ahora, en la segunda década del siglo XXI, las compañías de moda son las redes sociales, que en aproximadamente el último año y medio han vendido títulos en ofertas públicas. Sin embargo, los principales beneficiarios han sido los ejecutivos de estas firmas y los inversionistas de riesgo, los cuales obtuvieron miles de millones de dólares a través de las operaciones iniciales.
No obstante, el desempeño de estas firmas (posterior al cobro de dividendos por parte de ejecutivos y algunos grandes inversionistas) ha sido negativo. Desde su OPI, el valor de los títulos de Facebook ha caído 43%; la firma de juegos en redes sociales, Zynga, se ha desplomado 69%; y Groupon, de descuentos minoristas, ha caído en 72%.
El ejemplo más dramático es el de Facebook, la red social que utiliza alrededor de una séptima parte de la población mundial, que cuando salió a oferta pública, en mayo del año pasado, su valor de mercado se ubicaba en 100 mil millones de dólares, y que a la fecha se ha reducido en poco menos de la mitad de su valor inicial.
De acuerdo a Evelyn Rusli, experta en inversión de tecnología de The New York Times, desde 2011 se había generado una gran expectación por las acciones de redes sociales en el mercado bursátil, la cual ha devenido en escepticismo. Este desengaño, por así decirlo, se ha reflejado en el desempeño de las acciones.
No obstante, no todas las redes sociales han tenido resultados negativos. LinkedIn es actualmente la red social con el mejor desempeño en el mercado bursátil. El servicio de contactos profesionales, con alrededor de 190 millones de usuarios a nivel mundial, reportó un incremento en sus ganancias de 81% para el tercer trimestre del año en comparación con el mismo periodo del año pasado.
A pesar de que medios y analistas comparan frecuentemente a ambas compañías, por lo general con resultados que favorecen a LinkedIn, habría que señalar que las dos firmas, aunque pertenecen al mismo giro, se orientan a diferentes segmentos. En tanto que la base de datos de LinkedIn es mucho más consistente y, por ende, mucho más valiosa para los anunciantes, la entrada principal de ganancias para estos sitios.
Como afirma Colin Gillis, experto en tecnología en BGC Financial, las redes sociales tienen un historial de bajos ingresos debido a que los usuarios son menos proclives a responder a publicidad cuando están socializando. Con estas observaciones, es difícil comprender qué fue lo que atrajo de estas compañías a los inversionistas en primer lugar.
Al respecto, el editor en jefe de Business Insider, Henry Blodget, afirmó que la excesiva valoración de las redes sociales se debió en parte a la debilidad de la economía en los últimos años, lo que dejó a los inversionistas desesperados por oportunidades de negocios redituables.
Otro antecedente que Blodget señala es el de Google, que en 2004 (y con la reciente explosión de la Burbuja "punto com" a cuestas) saliera a OPI, y que en su momento fuera ignorada por los inversionistas, para después arrepentirse al ver a la firma convertirse en la página más visitada en todo el mundo.
Por otra parte, el otro gigante de las redes sociales, Twitter, parecería estar preparando su salida a la bolsa, esto después de que un reporte de Greencast Capital, una agencia dedicada al análisis de las empresas por salir a oferta pública, indicara que el valor de la firma se ubica en 11 mil millones de dólares, lo que podría establecer su OPI a finales de 2013 o en 2014.
En este contexto, aún queda por observar los resultados de las redes ya presentes en la bolsa, las cuales dictarían o no una tendencia de importantes ganancias para la bolsa y los inversionistas o, en el peor de los casos, la repetición de un amargo episodio económico ocasionado por el entusiasmo de algo que parecía muy buena idea, y al final no lo fue.