Miercoles 6 de Febrero del 2013 |
10-16 / Noviembre / 2012
Nelly Aguilera
Nelly Aguilera

El siguiente paso

El Estado ha hecho esfuerzos importantes en los últimos años para incrementar el gasto social en México. El incremento en el gasto social parecía necesario a la luz del bajo nivel que se registraba y de la necesidad de atacar la pobreza y la desigualdad.

Así, se han destinado recursos adicionales importantes al sector educativo, a la salud, a programas para la población pobre, como Oportunidades, setenta y más y otras decenas de programas sociales que tan sólo tiene el gobierno federal. Sólo el Seguro Popular ya en el nivel de cobertura actual representa poco menos de un punto porcentual anual del Producto Interno Bruto de recursos frescos al sistema de salud.

Al mismo tiempo los gobiernos estatales y municipales, en una actitud que pareciera de competencia política, han incrementado significativamente el gasto social. Aproximadamente veinte estados ya tienen pensiones para adultos mayores.

Por cierto, un ejemplo, de los muchos que se pueden encontrar, que uso como lo que no debiera ser la política social es el programa de la delegación Álvaro Obregón que regala zapatos a los niños de la demarcación; si la memoria no me falla se llama "caminito de la escuela". La considero una mala política no porque yo crea que los niños deban andar descalzos, sino porque sinceramente no percibo que la falta de zapatos sea la necesidad más urgente de los niños de la delegación, y porque al mismo tiempo, calles importantes donde viven esos niños, como Centenario, están llenas de basura, responsabilidad que si deberían abordar las autoridades delegacionales.

Ahora bien, ya existe evidencia que incrementar los recursos adicionales es una política necesaria pero que no es suficiente para mejorar el nivel de vida de la población de forma permanente y significativa. Cuántas veces se ha dicho que el problema de la educación no es de recursos, sino de muchos otros factores que no se resuelven con dinero. Hoy, el crecimiento en el número de consultas médicas, intervenciones quirúrgicas o la disminución del gasto privado en salud -indicadores que aunque han mejorado- no se corresponden con los recursos asignados al Seguro Popular.

Los programas sociales no se mejorarán si no se reconoce que lo temas administrativos y organizacionales de los mismos son tan o más importantes que los aspectos financieros. La alineación de incentivos hacia la productividad y hacia la mejora del bienestar de los individuos es la clave. Más dinero a un sistema que no tiene bien alineados los incentivos simplemente tendrá resultados limitados. El siguiente paso en la política social en México, en mi opinión, es mejores resultados por el mismo dinero, aunque haya más dinero también.

¿Y por qué seguimos observando que los tomadores de decisiones en políticas públicas se enfocan principalmente en el aspecto financiero, como pronto empezaremos a ver ahora que se discuta el presupuesto federal del año que entra? Mi hipótesis es porque es la parte más fácil de arreglar y porque así se acomodan los diferentes intereses políticos. Por muy difícil que parezca, conseguir un poco más de dinero, es más fácil que cambiar las culturas organizacionales, los contratos colectivos, la forma de remunerar a los servidores públicos y las actitudes de los políticos, quienes muchas veces privilegian sus intereses sobre los intereses de la población.

En este contexto, creo que la sociedad civil puede ser un factor de cambio, exigiendo cuentas a nivel de resultados. Me explico, a las familias no les interesa si el estado recibió más dinero para educación, pero si que su hijo esté aprendiendo lo que debe aprender. Los pacientes tampoco entienden que ahora el financiamiento público para la salud hacia los estados es mayor y distribuido de forma más equitativa, ellos quiere que les surtan recetas completas y ser operados cuando lo necesitan.

Dos formas pueden ser útiles para que la sociedad civil detone, o al menos ayude a mover el sistema, hacia un sistema que busque mejorar el bienestar de la población.

Primero, el seguimiento público de indicadores sobre resultados, yo diría sobre indicadores que midan el bienestar de las personas a lo largo del ciclo de vida: peso al nacer, medidas de aprendizaje, tasa de embarazos juveniles, probabilidad de trabajar en el sector formal, tasas de pobreza en la vejez, sólo por poner unos ejemplos. Hay organizaciones de la sociedad civil que ya están trabajando en este enfoque.

La segunda forma es que los ciudadanos exijamos a las autoridades, en la puerta de la escuela, en el consultorio, al policía, sobre lo que no está funcionando. Esto sin duda no es fácil pues requiere sobre todo tiempo de los padres y madres de familia quienes hoy tienen agendas bien complicadas. No obstante, es un esfuerzo que debemos hacer.

Por: Nelly Aguilera
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