La respuesta de la aerolínea no se hizo esperar y, ni tarda ni perezosa, involucró a la Comisión Europea para decir que España no puede tomar resoluciones por su cuenta sino que debe dejar que Irlanda sea la que sancione o no- a Ryan Air por estas deficiencias.
Lo que esta situación está desnudando es el limbo en el que se empiezan a encontrar las aerolíneas cuando su operación deja de ser un asunto de seguridad para convertirse en un tema comercial: no cabe duda, cuando lo comercial entra en juego, la seguridad pierde y no hace falta ser un genio para darse cuenta que con la vida humana no puede jugarse, aunque la ganancia financiera o económica sea muy tentadora.
La Ministra de Fomento en España, Ana Pastor, fue muy enfática al señalar que "low cost no puede significar low seguridad", algo que a este tipo de empresa le cuenta entender, por más que se presente inicialmente como "segura y barata" lo cierto es que con el tiempo el cobre empieza a emerger y ojalá que esto lo entiendan nuestras autoridades aeronáuticas.
Esta misma semana, la autoridad aeronáutica española anunció que está elaborando leyes más duras para imponer sanciones a este tipo de aerolíneas que utilizan las facilidades que les da la apertura europea en materia de aviación para incumplir con las regulaciones que son más rigurosas que las suyas.
En este caso, estamos hablando de las prácticas de Ryan Air que llevan a sus tripulantes a operar en la raya del riesgo.
En lo particular, el seguimiento que se ha hecho de las operaciones de Ryan apuntan al uso de márgenes de combustible muy escasos (para "ahorrar gastos") aunque esto ponga en peligro el vuelo, lo que ha llevado a que se soliciten aterrizajes de emergencia de forma consecutiva, sobre todo en aeropuertos como Valencia.
Pero hay un cúmulo de denuncias mucho más graves que estos detalles.
El diario El Mundo documentó más de 1,200 incidentes de bastante envergadura y durante meses ha circulado en Internet (concretamente en Youtube) un video elaborado por tripulantes y trabajadores de despacho y mecánicos de Ryan Air que muestran las triquiñuelas que usa esta empresa de bajo costo para saltarse las regulaciones.
En el mencionado video, por ejemplo, se muestra la práctica utilizada en los adiestramientos de obviar una gran parte de los procedimientos, de omitir deficiencias, detalles de incidentes y otros datos muy importantes a la hora de elaborar las bitácoras de vuelo.
También se les dice a los sobrecargos y despachadores que deben omitir en sus reportes "todo aquello que pueda demorar un vuelo o hacer que la empresa incurra en gastos extras, como reparaciones o, peor aún, cancelaciones", es decir, lo que sea con tal de no perder tiempo ni, desde luego, dinero, única palabra que estas empresas saben entender.
La parte alarmante de la noticia de lo que acaba de acontecer en España es que las (des)regulaciones que se abren con las aperturas indiscriminadas del "libre comercio" son, en términos prácticos, un caos regulatorio: ¿quién tiene la preeminencia, el Estado nacional o las reglas a modo? Esto es lo que suele suceder con las líneas navieras y no hace falta recordar casos como el del Crucero Costa en Italia que en meses recientes mostró ante el mundo que la ambición por amentar el margen lleva a muchos empresarios sin escrúpulos a sacrificar las vida de sus pasajeros o, en el mejor de los casos, a dejarlos a su suerte.
Dicho en otros términos, es la ley de la selva. Si México hiciera la tontería (por decirlo bonito) de apresurarse a adoptar la política de cielos abiertos que en su momento clamara nuestra secretaria de Turismo, apoyada por un obnubilado presidente que por supuesto no sabía lo que decía en aquel momento, nuestra aviación habría firmado su sentencia final de muerte (es decir, la puntilla o lo único que nos faltaba).
Y es que en esos territorios de "apertura" que son grises para todos menos para los grandes ganadores del negocio, lo de menos es la solidez de los países, el bienestar de sus habitantes, la seguridad de las operaciones o el beneficio de los ciudadanos, lo importante es que la caja registradora siga funcionando.
Y hay que tener cuidado. Se ha sabido de algunos incidentes que alguna de nuestras "low cost" han experimentado, por ejemplo un grave incidente en Mérida de una aeronave de "Viva el Microbus", que se ufana de tener inversión precisamente de la cuestionada Ryan Air.
Son llamadas de atención y ante la falta de capacidad de nuestras autoridades aeronáuticas para mantener un nivel al menos aceptable, no sería extraño empezar a vivir los mismos problemas que hoy tiene España con la irlandesa o que se tuvieron en el pasado con otras empresas que se volvieron emblemas de inseguridad.
Una sola vida humana no vale lo que cuesta el bajo costo. Si no entendemos esto, nuestra aviación empezará a parecerse cada día más a una caricatura de lo que fue.. poquito que nos falta después de la docena trágica, el período de 12 años que por fortuna- está a punto de terminar una vez que han asesinado a nuestra aviación.