Lo primero que tiene que lograr es que la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y la Agencia Federal de los Estados Unidos (FAA) le den a nuestro país una calificación razonablemente buena como para no caer otra vez- en Categoría 2.
Este reto se ve difícil aunque no es imposible- sobre todo si atendemos a la vetusta estructura de la Dirección General de Aeronáutica Civil, cuyo nuevo director, un abogado que al menos sabe defender jurídicamente la falta de competencias, tampoco tiene recursos para hacer frente a las graves carencias de esta autoridad aeronáutica.
El otro gran problema es Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam), organismo encargado de otorgar los servicios de tránsito aéreo a todas las aeronaves y que últimamente ha logrado tener el clima laboral más insano y tóxico de todo el sector, algo que es todo un récord si atendemos a lo que ocurre en algunas aerolíneas y otras dependencias del área.
Pero lo realmente retador es lo que Pérez Jácome va a hacer en el caso del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Lo ocurrido hace 10 días en esa terminal aérea es verdaderamente escandaloso y peor aún es el hecho de que toda su estructura y sus directivos sigan exactamente igual que antes, como si no hubiera pasado nada, como si el hecho de que una balacera entre policías federales y la constatación del trasiego de drogas en las mismas narices de los funcionarios no fuera una causal de investigación y de, cuando menos, pedirle a los actuales directivos que se separen de sus cargos en lo que se investiga qué demonios está sucediendo.
No hace falta ser un politólogo renombrado para darse cuenta de que hechos como éstos además de la evidente esquizofrenia que existe entre lo que el gobierno actual dice y lo que en verdad sucede- son la causa de la debacle blanquiazul y del proceso de desmoronamiento moral que vive este instituto político (aún no hemos visto nada, pero al menos un expresidentes del PAN ha sido expulsa y un expresidentes de la República, salido de las filas panistas, está a punto de ser enjuiciado también). Si esto no es una crisis política, entonces nada lo es.
Pero regresando al tema de la aviación, es claro que nuestros funcionarios han perdido la brújula desde hace tiempo. Es increíble que el inefable Humberto Treviño Landois, el mismo subsecretario responsable de que la FAA haya condenado a nuestra aviación a la categoría 2 en 2010, sea hoy diputado federal. Es decir, nadie entendió nada. El señor personalmente no hay ninguna queja, todo se resume a lo institucional- tendría que estar cuidando a sus nietos, con todo respeto. Llevarlo a San Lázaro sólo evidencia que el PAN carece de cuadros reales porque recicla todo aquello que ha demostrado su ineficiencia. Es el mismo caso de Juan Molinar Horcasitas, un exdirector del IMSS que después del incendio de la guardería ABC en Hermosillo no sólo no asume su responsabilidad en este hecho, sino que se le premia haciéndolo secretario de Comunicaciones donde vino a agravar la crisis del sector en todos sus órdenes, desde las telecomunicaciones hasta la aviación, pasando por los puertos, el transporte público federal y un largo etcétera.
Peor aún: lo reciclan como asesor estrella de la campaña presidencial y luego lo niegan sólo para mantenerlo escondido tras bambalinas pero haciendo más disparates aún. ¿Era necesario cargar con esos fardos? El desastre del sector es evidente. La falta de soluciones y de propuestas también. Aún más, todavía el subsecretario Duarte anda promocionando su supuesta política de aviación justo en el ocaso de su gestión, cuando ya no sirve para nada y cuando ya es clarísimo que si acaso hace algo, se quedará en una bonita declaración de intenciones que más bien parece burla.
Lo mejor que podrían hacer en este momento los funcionarios del sector transporte aéreo es elaborar sus libros blancos (hay varios asesores que sí saben hacer esto, no vayan a intentarlo ellos mismos porque sería un fiasco que les puede costar muy caro si no logran cerrar bien las cuentas).
Y desde luego que el secretario debería ponerse las pilas para sanear algunas de las áreas más criticas, como el AICM donde no puede ser casualidad tanto trasiego de ilícitos. También requiere revisar a fondo la situación real de las empresas que tienen permisos y concesiones, para ver si en realidad se está cumpliendo con la ley y las licencias y permisos a escuelas y empresas certificadoras y prestadoras de servicios, como la que fue responsable de transportar al que fuera secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño.
Hay demasiados expedientes que cerrar y que sanear. ¿Tendrán tiempo? Por muy bien que se sientan apoyados, deben rendir cuentas. Tenemos una sociedad que está harta de la opacidad y de la ineficiencia, ese tercer lugar no miente. ¿Así o más claro?