Miercoles 16 de Enero del 2013 |
13-19 / Octubre / 2012
Rosario Avilés
Rosario Avilés

¿Un nuevo amanecer?...Ojalá

Dicen que no hay mal que dure 7 años… ni México que los aguante. Pero también hay algunas noticias buenas.

Hay una industria aeronáutica que sobrevive y crece, a pesar de que el entorno ha sido complicado, gracias a que sus integrantes son empresas grandes, bien enfocadas y han tenido el apoyo de varios gobiernos estatales y también, de ProMéxico.


La SCT, que debería estar ahí, no está, pero eso es lo de menos. La industria ya tiene un plan de largo plazo y ahora se preparan para atraer a más empresas, aparte de las 267 que hoy están en el sector específico hasta sumar 450 en el 2020.

También planean, mediante 5 estrategias de largo plazo, crear 110 mil empleos directos de alta especialización, de los cuales aproximadamente un tercio serán ingenieras e ingenieros mexicanos; alcanzar los 12 mil millones de dólares en exportaciones y lograr que al menos el 50 por ciento del contenido de las partes que se exporten sea nacional.

Lo interesante en este caso es que se trata de la primera política industrial de la era “post-moderna” (o sea, de Zedillo para acá) que tiene éxito. Y lo tiene, tal vez por el hecho de que se hizo al margen de la administración pública federal, es decir, apoyada en la necesidad de los Estados de la República, en una industria punta necesitada de buenos proveedores, con un Tratado Comercial favorable y características que han permitido que el proyecto marche con más o menos buena fortuna, a pesar de las crisis económicas.

Una de estas características es que se eligió un nicho muy específico donde el país tenía algunos muy lejanos antecedentes, es decir, la industria aérea. Como alguna vez se comentó en este espacio, México fue pionero en esta industria con el diseño y fabricación de motores, hélices y aeronaves, allá por los años 20 del siglo pasado.

Evidentemente, esto no era suficiente para generar por sí mismo lo que ocurrió más de 70 años después. En realidad, desde hace varias décadas unos pocos estados, como Baja California y Querétaro, siguieron esta vocación, promovieron plantas o, como en el caso específico de Querétaro, acogió a empresas como Turborreactores –que fue una inversión compartida con Mexicana de Aviación y una compañía francesa- y que sirvió de punta de lanza para el afincamiento de otras plantas fabricantes de partes para los equipos aéreos.

Una de las inversiones más interesantes en Querétaro es la planta de diseño de motores de General Electric (GEIQ) dirigida por el ingeniero Vladimiro de la Mora, quien desde este miércoles 10 preside la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (FEMIA), que agrupa a esas 267 empresas, todas ellas relacionadas directamente con al cadena de producción de partes aeronáuticas (no existe ninguna que no esté involucrada directamente en la cadena, como consultoras o proveedoras de servicios).

La FEMIA es la agrupación que ha diseñado el plan de largo plazo para la industria aeronáutica en el país y lo ha hecho basada en las tendencias de un mercado que siempre está enfilado al largo plazo. La aviación no admite improvisaciones, por ello –especialmente en un país como el nuestro- se requiere de decisiones que trasciendan los caprichos sexenales, que incluso se establezcan a prueba de funcionarios que no sepan del asunto (y que no quieran saber nada) y que estén bien enraizados en las capacidades de la industria, en sus posibilidades de encontrar mercados, de generar inversiones y de acrecentar el patrimonio intelectual de las sociedades donde actúan.

Los estados más importantes donde se asientan las empresas agrupadas en FEMIA con los ya mencionados Querétaro y Baja California, además de Sonora, Chihuahua y Nuevo León. Otras seis entidades han seguido su ejemplo pero con menos disciplina y programa.

El plan propuesto para los siguientes 8 años tiene metas muy específicas: además de las cifras en empleo, exportaciones, contenido nacional y número de empresas, FEMIA se propone que nuestra industria aeroespacial se constituya como una de las 10 proveedores más importantes del mundo y, desde luego, el Hub número uno en América Latina, por delante, incluso, de Brasil aun cuando este país tiene su propia industria aeronáutica y fabrica los aviones regionales Embraer.

Un punto fundamental es la meta en Inversión Extranjera Directa, que es de 48 mil millones de dólares para el 2020. En este momento la suma alcanza 17 mil millones.

Esta cifra se basa no sólo en la inversión que ya está comprometida, sino en las perspectivas de le industria a nivel global, pues se espera un importante impulso a la renovación de flota en los siguientes años, empujada por las exigencias del medio ambiente y la necesidad de ahorro de energía.

Hay otros puntos interesantes en la estrategia de desarrollo, como los acuerdos que la industria tiene en el ámbito doméstico y el país a nivel internacional. En el rubro nacional, hay planes muy concretos para proveer de equipo a la Sedena, la Marina y la Secretaría de Seguridad Pública.

También se firmó un acuerdo con el Conacyt para desarrollo de tecnología; con la Secretaría de Economía para apoyos a la industria de exportación y existe un grupo de 22 Universidades, entre las que destaca el Instituto Politécnico Nacional, para formación y entrenamiento de talento mexicano para la industria.

Todo esto se complementa con los acuerdos globales. Desde luego que en este sentido, el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá fue una base que permitió perfilar a la industria.

Hacia el futuro, el acuerdo bilateral BASA con Estados Unidos en materia de seguridad en el transporte aéreo y el Wassenaar Arrangement para el control de la exportación de armas convencionales y otras tecnologías, le dan a México una interesante perspectiva para jugar en el ámbito global en materia de industria aeronáutica.

Interesante es saber que toda esta masa crítica se generó desde el Instituto Mexicano de Competitividad, donde, en su momento ya hace ya varios años, Juan Antonio Bargés, exdirector de Aeronáutica Civil, empujó fuertemente el tema, precisamente porque comprendió las necesidades de la industria aérea y las oportunidades que se le abrían a México si sólo existiera la voluntad política de hacer algo serio en beneficio del país. ¿Por qué no repetir este experimento con el transporte aéreo? Ojalá.

E-mail: raviles_2@prodigy.net.mx; twitter: @charoaviles.
Periodista, investigadora y experta en el sector aeronáutico.
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