¿Por qué importa tanto Disney, Broadway y Bianca Marroquín para los críticos de teatro? ¿Por qué la obra no puede ser comentada por la obra misma en los medios de información? ¿Por qué todo el aparato publicitario está enfocado en exaltar los adornos del montaje y no el montaje en sí? La respuesta es fácil: porque es teatro musical y aquí la forma es fondo; la pirotecnia generada alrededor de este tipo de espectáculos es más impactante que la propia luz de estos.
Es un montaje extranjero enmarcado en una industria. Más allá de un juicio de valor, o disertaciones sobre si el teatro debería de prestarse a estos esquemas de producción, Mary Poppins es una franquicia con requerimientos precisos como cualquier otra franquicia. La experiencia escénica está supeditada a los designios de productores estadounidenses quienes deciden todo en el escenario y tras bambalinas, para lograr una reproducción del espectáculo de forma idéntica que en Broadway.
¿Hay una parte de la experiencia teatral que se pierde en el camino? Por supuesto; porque los lineamientos de la franquicia, los criterios mercadológicos y los juicios estéticos merman el contenido expresivo; cuando la forma y el fondo, la búsqueda expresiva y la plástica deberían tener el mismo valor. Sin embargo, teóricos sobre el teatro no pueden negar la existencia de este tipo de montajes (Peter Brook, el teórico del teatro occidental por excelencia, lo llamaba teatro mortal) y, como en la vida, se deben respetar las diferentes maneras de entender un mismo fenómeno.
La persona que paga un boleto para ver a Mary Poppins está pagando la experiencia de estar en el mundo Disney. Todo la producción es impactante, majestuosa, apabullante. No hay ningún elemento en escena sin estar cuidadosamente seleccionado y trabajado para el divertimento de los niños y el asombro de los adultos.
Sin temor a equivocarme, Mary Poppins es el trabajo más importante donde haya participado OCESA. Su infraestructura administrativa, publicitaria y de producción ha crecido de tal manera que es capaz de estar a la altura de colaborar con la casa de entretenimiento más grande de Occidente, Disney. Esta producción supera cualquier estándar de montajes anteriores para colocar a OCESA como un centro de operaciones digno del primer mundo, en un sentido de importación comercial.
Bianca Marroquín como Mary Poppins es un deleite para la vista y el oído. Su participación en Broadway hace notar su entrenamiento de grandes ligas impartido por estadounidenses; el control de su cuerpo, la forma de resonar su voz y su caracterización del personaje son algunos elementos donde se percibe su distinguible técnica a diferencia de todo el elenco.
Sin embargo, sus compañeros están en su mismo nivel sólo que en una técnica diferente. Todo el ensamble es preciso en su corporalidad; su despliegue vocal hace lucir la música de Stiles y Drewe de una manera magistral. El trabajo de Mauricio Salas como el cómplice y amigo de Mary Poppins, Bert, es una de las interpretaciones con mayor exigencia vocal y corporal vistas por mí en estos espectáculos; con este papel, la revolución le hace justicia a la enorme de trayectoria de Salas para consagrarlo como una estrella de este tipo de teatro.
Laura Cortés merece un reconocimiento especial por su increíble talento vocal y actoral en su desempeño como la Señorita Andrew y Dama de las Aves, para cargar con estos personajes los momentos más conmovedores del montaje.
A nivel de estructura dramática, la historia es inexplicable por ciertos momentos. La motivación de algunos personajes es fallida o poco verosímil para la acción; ciertos episodios son muy conmovedores pero no tienen relación contundente con el conflicto central. No obstante, el lucimiento en el terreno actoral y de producción parecen desparecer, momentáneamente, estos defectos. Porque aquí la forma es fondo.
Auguro un éxito avasallador para Mary Poppins; no existe duda de que tiene todos los elementos para cautivar y convencer a los amantes de este formato y, sobre todo, a su principal audiencia: los niños. OCESA ha ganado un acierto por hacer este montaje en México y cumplir con una de sus grandes y viejas promesas a nivel publicitario: traer las producciones de Broadway más importantes a este país. En la mayoría de los casos, el cumplimiento de esta promesa se quedaba a la mitad pero ahora son fieles a su palabra en todo el sentido posible.
El fenómeno Mary Poppins será interesante para los demás productores en México: no existen boletos más caros en la cartelera mexicana que los de este espectáculo, sin embargo, las funciones están agotadas. Vale la pena pagar por un boleto de 700 pesos pero no deja de ser caro. Es importante analizar la demanda porque puede ser una manera de hacer mejores esquemas de producción para otros montajes mexicanos.
La sensación, al presenciar este montaje, siempre empata con el asombro pero no puedo dejar de pensar en los enormes vacíos a nivel de contenido expresivo; una ausencia de historia sólida capaz de darle sentido a toda la pirotecnia. Después veo a los niños y a los padres de estos niños cantando Supercalifragilisticoexpialidoso y veo que en este espectáculo existe un logro palpable: la franquicia, para bien o para mal, funciona.
Mary Poppins
De: Julian Fellowes
Director: Richard Eyre
Centro Cultural Telmex I (Avenida Chapultepec y Avenida Cuauhtémoc)
Jueves 20:00 hrs., viernes 17:00 y 20:30 hrs., sábados 17:00 y 20:30 hrs. y domingos 13:00 y 17:00 hrs.