Las embestidas descompuestas al capote de Chatote bregadas con arte por Morante de la Puebla fueron el prólogo para la gran faena. En los primeros pases de muleta no había manera de presagiar el faenón que venía por delante, algunos desesperados empezaron a reclamar al torero que lucía concentrado en tratar de encontrar por dónde enderezar la faena y compensar al público capitalino que hizo una buen entrada en el coso máximo de México.
De pronto con una gran verdad y exponiendo la piel, ofreció la muleta al hocico de Chatote y entonces se empezó a gestar la obra de arte efímero, entre 30 y 40 naturales fueron de escándalo, de ponerse de pie y corearlos por el sentimiento del toreo de aroma que trazó Morante en el ruedo capitalino.
Al final, cuando con una buena media culminó la faena y el juez de plaza Chucho Morales otorgó dos orejas, hubo quienes protestaron y también a la hora de salir a hombros por la puerta de cuadrillas de la Monumental.
Les pido el favor a esos protestantes, vean la repetición de la faena y acudan más al pensamiento que alguna vez me transmitió Antonio Ordoñez: Luis Ramón "el toreo no es de saber sino de sentir" ayer sentimos el toreo en su plenitud, sublimados por la gran faena de Morante. La salida en hombros era más que merecida.