La actuación de El Juli fue soberbia, con el capote y con la muleta dictó cátedra de cómo hacerse de las embestidas para desplegar las series dónde con gran categoría extiende varios centímetros más la última parte del trazo del muletazo, sabedor de que al toro lo lleva embebido en los vuelos del trapo rojo y le será posible alargar su embestida.
Arturo Saldivar respondió entendiendo a las mil maravillas las buenas embestidas de Garambullo de Los Encinos, merecedor de arrastre lento al concluir la faena. Con el capote y la muleta le vimos actuar con el celo propio de quién para dar la respuesta a la experiencia acude a la frescura del de más reciente alternativa.
Sabía Diego de la importancia de la tarde y en su primer ejemplar lo hemos visto torear con pasión y emoción tanta que después de una bellísima serie de naturales, la emoción le ganó para estallar en lágrimas de torero.
Seis orejas, dos para cada coleta, una vuelta al ruedo al tercero y un arrastre lento para el segundo de los Encinos. Una actuación digna ante un bravo novillo de De Santiago de la rejoneadora Mónica Serrano como principio de cartel, fue el resultado resumido de una tarde grande de las que de cuando en cuando somos testigos.