Al mes le recetan decenas de pastillas para dormir, despertarse y soportar la vida. Dos artistas revolvieron su basura y encontraron estos frascos vacios de medicinas, entre sus récords financieros y cartas a amigos. Esta junk art sculpture es el trabajo de los artistas.
Katie Heffelfinger
Jed Miner.
Colocaron los frascos al estilo de la pharmacy de Damien Hirst y han puesto a la venta la escultura con fines benéficos, lo cual es irrelevante para la calidad de la obra. Los artistas alegan que esta basura es auténtica y que no truquearon los 57 frascos. Esta obra resulta más original que la de Hirst porque por lo menos son testimonio, Hirst lo único que hizo fue un chistorete con los nombres de las medicinas, pero Courtney Love se tragó cada píldora de esos frascos. En EU etiquetan las medicinas de prescripción con el nombre del usuario y el del médico, estos frascos son relevantes por el amarillismo de la explotación mediática que hace Love de sus adicciones.
Lo que estas pseudo obras reafirman es que el arte no está en la factura de la obra, ni siquiera en el talento del creador, es una designación arbitraria, en este caso soportada por el hecho de que la dueña del objeto es una celebridad. El coleccionismo de la basura de una persona famosa se convierte en arte porque el origen del objeto es motivo para darle un sentido artístico. Entonces el morbo de que además el objeto exhiba los vicios de un famoso hace que el valor crezca. Esto no es arte, ni sobrevivirá más allá de lo que la memorabilia dure, que es el mismo tiempo que perdure la fama del dueño del objeto.
Los famosos en EU tienen el hábito de destruir dentro de sus casas su basura precisamente porque la apropiación de este tipo de cosas se paga muy bien entre fans y tabloides, y ahora entre artistas contemporáneos. Aquí deberían seguir el ejemplo de Katie Heffelfinger y Jed Miner, y si no van a atreverse a sacar sus propias sustancias, recurrir al tan explotado kitsch que es piedra angular de nuestro arte contemporáneo, convocar al folclor e irse a los basureros de cantantes y actores de telenovelas para buscar entre sus desperdicios algo que ya en sus manos se trasmute en obra de arte. La verdad es que sería más divertido en una exposición ver la basura de Salma Hayek, Thalia, el Potrillo o los ídolos de la música grupera que ver las patinetas rotas de Cruz Villegas, los tickets del súper de Gabriel Kuri, las botellas de pet de Abaroa. Creo que en nuestro firmamento artístico masificado hay más creatividad en los desperdicios que el reducido ambiente de nuestro arte contemporáneo.
Los artistas Katie Heffelfinger y Jed Miner están a la espera que Larry Gagosian vaya a ver su escultura y la lleve a su costosa galería en Chelsea, y ante la posibilidad de una agresión de Courtney Love dicen que se incorporaría a la obra como valor performático.
Lo que dudo es que los curadores oficiales y los museos tengan el nivel intelectual para exponer esta obra, la realidad es que ya quisieran la madurez, capacidad de análisis y de redacción que tienen los columnistas de espectáculos.