Es indignante que alguien copie el trabajo fotográfico de una artista y lo inserte en una pintura o que un pretendido escritor tome los textos de otro y los haga pasar como suyos, pero también es muy indignante la actitud de los jueces.
Delitos contra la creación hay que combatirlos porque acaban con la obra artística y dañan los derechos que tiene toda persona sobre su trabajo y sus ideas. El robo de ideas depreda la creación original, y somete al arte a la repetición y a la falta de riesgo. Es muy cómodo robar.
Esto lo deberían saber los jueces cuando premian una obra o un artista. Esa consigna de que el veredicto es inapelable no hace a los jueces infalibles. Es de una ignorancia descomunal el desprecio con el que se han expresado del trabajo periodístico para justificar que Echenique roba artículos y que eso es un delito menor frente a sus novelas.
Para justificar su corrupta decisión se olvidan de que toda la novela del siglo XIX, considerada la base de la novela moderna, con autores como Zola, Balzac, Víctor Hugo fue escrita para los periódicos y publicada por entregas.
Cierran los ojos a que los movimientos literarios se gestaban en publicaciones como la Revista Azul fundada por Gutiérrez Nájera y precursora del modernismo literario. El error crece cuando tratamos de ocultarlo.
Con enorme arrogancia, los jueces se esgrimen en intocables y defienden una decisión equivocada, injusta y que pone en sospecha a su propia integridad. Es increíble que un certamen como el de Miss Universo tenga un jurado más honesto y un comité más honrado.
En este concurso si se demuestra que la ganadora mintió, o no cumple con las reglas del certamen, la despojan del título sin más consideraciones.
Han criticado hasta el hartazgo el corporativismo político y sindical para ejercerlo con el mismo cinismo en nombre de su posición intelectual ¿Qué tipo de poder demuestran? Esta confabulación responde únicamente a pretender que los escritores o los artistas son grupos inmunes a la ética, incuestionables y, como el Papa católico, infalibles.
"Si permito que te juzguen hoy, me juzgarás mañana", parece que piensan. Así se protegen como una forma de prevención del juicio que, tal vez, un día les llegará a ellos.
Estos jueces, que representan academias, universidades, y a la literatura misma, son responsables del desprestigio en el que han hundido a los premio que ha otorgado. ¿Qué prestigio va representar obtener el premio FIL después de esto? Ninguno. Como dice el escritor español Antonio Muñoz Molina: "Literatura es contar el mundo con palabras. Tan literatura como una novela o como un poema, es una crónica o una entrevista o el guión de una película".