Miercoles 16 de Enero del 2013 |
2-9 / Noviembre / 2012
Avelina Lésper
Arte y Dinero
Avelina Lésper

Vandalismo, arte y Rothko

Hacer destrozos en una obra de arte ha sido una obsesión de muchos enfermos de odio y fascistas. Desde los martillazos a la Piedad de Miguel Ángel hasta el grafiteado sobre uno de los lienzos de Marc Rothko de la serie de Seagram.

La diferencia es que ahora es parte de un movimiento artístico y esto tiene riesgos más graves y preocupantes. El vandalismo, entendido como el deseo de hacer daño y agredir, se castiga como un crimen. Si esto se ampara como una forma de arte los delincuentes se transforman en artistas.

El arte contemporáneo se escuda en una pervertida idea de la libertad y sus autores creen que tienen el derecho de hacer lo que sea. Como si vivieran en un plano social y cultural privilegiado y distinto, y al que el resto de los seres humanos no tenemos acceso.

Las intervenciones sobre las obras de otros autores se llaman apropiaciones y son una de las formas de arte más recurridas. El acto vandálico de Duchamp de ponerle bigotes a un cromo de la Mona Lisa tenía el mensaje de que eso podría suceder en una obra real. Los hermanos Chapman compran grabados de Goya y les ponen caras de payasos y los firman como suyos. El ataque a la obra de Rothko es producto de un movimiento llamado Yellowism o Amarillismo, con dos miembros: Vladimir Umanets y Marcin Lodyga.

Se dice "anti movimiento, que no es arte, tampoco anti arte, que no es real, ni es anti real" etcétera, etcétera, un texto retórico sin sentido. En su sitio de internet están sus "obras" con intervenciones en fotografías, videos, objetos, todo con una inclinación morbosa entre porno y vandálica. Esta salvajada le permitió a un dúo insignificante y sin talento saltar a la fama mundial.

En el arte contemporáneo copiar es la regla y el canon, y si esto sigue el daño a obras irrecuperables va a ser una constante peligrosa. Los museos que se comportan con una ingenuidad alucinante y que no revisan a los visitantes, al grado de que pueden entrar con botes de pintura, martillos y navajas, deberían tomar en cuenta que esto puede continuar. Artísticamente hablando esta acción no es un delito. Apegándonos a la retórica del arte actual esto es una intervención y es una forma de arte. El hecho efímero de la acción es performance y el nombre del delincuente en la pintura de Rothko se debería ver como "una interpretación o dialogo con la obra y una nueva forma de entender el arte".

Esta idea de que no hay derechos de autor, que todo lo que esté a nuestro alcance puede ser tomado y alterado, que lo histórico forma parte de una colectividad y que no tiene dueño, hace que hasta una obra de arte carezca de protección ante estos delincuentes. Este acto vandálico se puede restaurar, pero el daño va a ser irreparable en el caso de una obra más antigua, pintada con temple, con barnices que no conozcamos o ya no existan, con trazos como el esfumato que son de enorme dificultad para recrear. El falso arte efímero atacando piezas con un gran valor estético. Siempre es más fácil destruir que crear.

Crítica de arte; entre sus líneas de investigación están
la pintura europea y el mercado del arte.
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