La policía federal desde que Fox y su familia vendieron las comandancias, es profundamente corrupta, esto a pesar de los esfuerzos de García Luna por limpiar a su policía y a las policías del país. También es necesario reconocer que son varios los Estados de la República y mucho más los municipios que protegen y solapan a policías ligados con la delincuencia. Algunos presidentes municipales y gobernadores, lo hacen por miedo después de que las amenazas les caen encima; otros porque llega a ser un negocio sumamente rentable.
Los retenes en las carreteras son como quien dice para taparle el ojo al macho, no sirven más que para detener delincuencillos, lo mismo que los perros en los aeropuertos. Todo el mundo sabe que la droga no pasa de esta manera y cuando lo hace suele ser con escoltas de las fuerzas armadas, quienes protegen a sus corruptores a cambio de mucho dinero y seguridad para sus familias.
Ahora estando en el extranjero, me invitaron a dar una conferencia sobre seguridad y resulta que mucha gente me decía que le daba miedo ir a México como turistas, pero también tienen miedo de invertir en nuestro país, la inseguridad está haciendo estragos en nuestra economía y ni Felipe Calderón quiere asumir esta responsabilidad de un Estado fallido.
A usted estimado lector, como a mí y a muchos nos importa mucho más nuestra seguridad que trasiego de drogas y la verdad es que estamos hartos de tanta inseguridad. Antes gran parte de la seguridad la proveían precisamente los grandes capos del narco tráfico, ahora estos están exponiendo sus millonarias ganancias pues son golpeados por la delincuencia común y por el gobierno, quien simplemente no está haciendo su trabajo más importante: cuidar de sus ciudadanos.
Hoy el problema ha rebasado a nuestras autoridades. Todavía recuerdo cuando el General Mota Sánchez quien fue jefe de la policía en el Distrito Federal, decía que recomendaba a la gente armándose y protegerse (esto tiene como treinta años) y entonces empezaba apenas a ser un país peligroso; ahora quien nos cuida?. Los propios policías son parte del problema y no se ha cumplido con lo que dice la ley de hacer que todas las policías del país hayan pasado por los exámenes de control de confianza, pero no sólo esto, sino que entre las propias fuerzas armadas tienen conflictos irresolubles que impiden que uno u otro hagan bien su trabajo. Si algo ha sido la constante en los últimos doce años es la falta de colaboración entre las policías y las diferentes entidades federativas; cuando hay operativos a veces ni siquiera se informa de ellos a los gobernadores. En cambio la inteligencia en seguridad nacional sigue utilizándose para espiar a quienes son contrincantes o adversarios políticos. Estamos en la peor de las condiciones: los policías y los delincuentes o son los mismos o en mucho se parecen, mientras los ciudadanos tenemos que seguir pagando impuestos que no van a donde necesitamos que vayan; estos van a sindicatos, a los bolsillos de muchos funcionarios públicos, fueron incluso a la estela de luz. Mantenemos a una gran cantidad de burócratas ineficientes ¡no somos capaces de exigir que podamos vivir tranquilos!
¡Ya basta de sistemas judiciales que no funcionan, de ministerios públicos que forman parte, junto con algunos jueces de la delincuencia organizada, de policías rateros, de penales que además de no reinsertar a los presos a la sociedad, por el contrario siguen siendo escuelas del crimen!
La solución está en modificar nuestro sistema de justicia, en un mayor control de nuestras fuerzas armadas, en acabar con la impunidad, en dar a los mexicanos más y mejor educación; está también en generar mejores oportunidades de empleo, pero seguimos insistiendo en más balas y menos inteligencia..., en todos los rubros. ¡Ya basta!